Roedores y sus peligros

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Los roedores, como ratas y ratones, son una plaga común en muchos entornos, y pueden representar graves peligros tanto para la salud humana como para la estructura de los edificios. A continuación se describen los riesgos que conllevan los roedores y cómo protegerse de ellos.

Peligros que presentan los roedores

1. Transmisión de enfermedades

Los roedores son portadores de numerosas enfermedades que pueden transmitirse a los humanos, ya sea por contacto directo, mordeduras, excrementos, o por medio de parásitos que transportan como pulgas y garrapatas. Algunas de las enfermedades más comunes incluyen:

  • Leptospirosis: Transmitida a través de la orina de roedores en agua o alimentos contaminados, puede causar fiebre, dolor muscular, insuficiencia hepática y renal.
  • Hantavirus: Inhalar polvo contaminado con excrementos o saliva de roedores puede causar infecciones respiratorias graves, que en algunos casos son mortales.
  • Salmonelosis: Los roedores pueden contaminar alimentos con bacterias, causando enfermedades gastrointestinales.
  • Peste bubónica: Aunque rara, todavía puede transmitirse a través de las pulgas de las ratas.

2. Daños estructurales

  • Riesgo de incendio: Los roedores tienden a morder cables eléctricos, lo que aumenta el riesgo de cortocircuitos y, potencialmente, incendios.
  • Daño a la infraestructura: Pueden roer madera, plástico, aislantes, tuberías y materiales de construcción, causando daños significativos a la estructura de las casas y edificios.
  • Destrucción de alimentos y bienes: Los roedores contaminan alimentos almacenados y otros bienes, como ropa o muebles, al roerlos y dejarlos inutilizables.

3. Contaminación

  • Los excrementos, orina y restos de comida que los roedores dejan atrás pueden contaminar alimentos y superficies, aumentando el riesgo de infecciones y problemas de higiene.
  • La acumulación de excrementos también puede generar malos olores y problemas respiratorios.

4. Problemas psicológicos

  • La presencia de roedores puede causar estrés, ansiedad y sensación de inseguridad, especialmente cuando se escuchan ruidos en las paredes o se observan señales de infestación en el hogar o lugar de trabajo.

Prevención y control de roedores

1. Mantener una buena higiene

  • Limpiar regularmente las áreas donde se preparan y almacenan alimentos. No dejar restos de comida a la intemperie y asegurarse de que las basuras estén bien cerradas.
  • Evitar acumular basura, cartón o papel, ya que los roedores suelen anidar en estos materiales.

2. Sellar puntos de entrada

  • Revisar la estructura de la vivienda para detectar grietas, agujeros o aberturas que puedan permitir la entrada de roedores. Incluso los ratones pueden pasar por espacios muy pequeños.
  • Colocar rejillas o mallas metálicas en ventanas, rejillas de ventilación y otras aberturas.

3. Almacenar alimentos de manera adecuada

  • Guardar los alimentos en recipientes herméticos de vidrio o plástico. No dejar alimentos, granos o frutas expuestas.
  • Revisar con frecuencia las despensas y almacenes para detectar signos de infestación.

4. Eliminar fuentes de agua y refugio

  • Los roedores necesitan agua y refugio para sobrevivir, por lo que es importante reparar fugas de agua, mantener secos los sótanos y eliminar materiales que puedan servir de escondite, como montones de leña, cajas y escombros.

5. Uso de trampas y cebos

  • Existen trampas mecánicas y cebos rodenticidas disponibles para controlar infestaciones pequeñas. Colocar las trampas en zonas donde se observan señales de actividad de roedores, como excrementos o caminos marcados.
  • Si se utilizan cebos rodenticidas, es importante tener precaución para evitar que niños o mascotas entren en contacto con ellos.

6. Control profesional

  • En caso de una infestación grave, lo mejor es contactar a un profesional en control de plagas. Ellos pueden identificar la magnitud del problema, eliminar la infestación de manera segura y sugerir medidas para evitar que los roedores regresen.

Señales de una infestación de roedores

  • Excrementos pequeños y oscuros, especialmente en áreas como la cocina o despensa.
  • Rastros de orina o marcas de grasa en paredes o muebles.
  • Ruidos de arañazos o roedores corriendo en las paredes, techos o suelos.
  • Alimentos roídos o empaques dañados.
  • Nidos hechos de materiales suaves como papel, tela o cartón.

Protegerse de los roedores implica un enfoque proactivo de prevención y monitoreo constante del entorno. Una buena higiene y el sellado de posibles puntos de entrada son las mejores estrategias para mantener alejados a estos peligrosos animales.

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